martes, 26 de julio de 2011

El perro del hortelano

Hay gente que no se decide. El perro del hortelano está más presente en nuestras vidas de lo que uno se pueda imaginar. Ni contigo ni sin ti, los cien pájaros en la mano sin que ninguno sepa volar. En este momento les vendrá a la cabeza más de un conocido: un exnovio, una jefa, un amigo tuyo amigo de tu enemigo… Retorcidas incoherencias que nos hacen desquiciar a menudo. Pero es que los seres humanos somos así para todo. Cuando tenemos que usar el coco para cosas más útiles que para decidir la novia de turno también lo queremos todo; aunque eso acarree no quedarse, al final, con nada.
Tras todo este rollo procedo a mostrar una explicación biológica del laberinto dialéctico. ¿Alguno de ustedes diría no a fomentar el desarrollo de zonas verdes cerca de su casa? ¿Alguno diría no a tener bosques más verdes y fuertes en la isla? Nadie. Sin embargo, muy pocos serían los que, a cuenta de ello, estarían dispuestos a desechar el cómodo chorro de agua que sale de la grifería casera para limpiar lo que sea,  bien el propio cuerpo o los platos de spaguetti. 
La fotosíntesis es un proceso que requiere de una bestial cantidad de agua. Para hacerles una idea, un metro cúbico de madera en un bosque requiere entre 600 y más de 1000 metros cúbicos de agua. Pero necesitamos los bosques como el aire que respiramos, y nunca mejor dicho. Las masas arbóreas son un gran fijador de CO2. Es decir, recogen ese gas para sintetizar materia orgánica mientras expulsan como residuo el oxígeno, algo bastante beneficioso para una especie que vive a dos patas, así como para otras tantas.
Por otra parte, los bosques también sirven en el caso humano para obtener materias primas. La madera es una de las más evidentes. Pero existe una visión, casi siempre empresarial, que introduce una nueva variante: el bioetanol, combustible sacado de enormes plantaciones que quitan espacio a los bosques. La diferencia entre el consumo hídrico de los bosques y el de las plantas dedicadas a conseguir energías supuestamente limpias, es que el primero sirve para mantener vivo a todo un enorme ecosistema con múltiples formas de vida, y el segundo solo para que la gente que se compre un coche nuevo tenga la conciencia tranquila de que está siendo un poco más respetuosa con el planeta. Razón de más para que chulee frente a los amigotes de la reflexión ecológica que llevó a cabo antes de pagar una millonada por un estúpido automóvil. Razón de menos para que pueda convencerme a mí de que realmente ayuda a mamá tierra.
Además, tal como plantea Carlos Gracia, profesor del departamento de ecología de la Universidad de Barcelona, en la revista Investigación y Ciencia, alguien en este país debería explicar cómo demonios se puede combinar la falta de lluvias que tenemos en el Mediterráneo con la proliferación de plantaciones destinadas a bioetanol. Es decir, quitamos agua y espacio a los bosques, mina de biodiversidad, centro de reciclaje de CO2 y fuente de oxígeno, para dárselos a grandes espacios destinados a dejar la conciencia tranquila de meros clientes. Una conciencia basada en la ignorancia, claro, ese territorio en el que uno vive tan feliz como una lombriz.
Suma y sigue con las desventajas. Según palabras textuales del profesor Gracia, “Al aprovechar las fracciones más finas de los árboles para producir energía en lugar de permitir su descomposición y retorno de los nutrientes al suelo, se produce un desequilibrio que a medio plazo puede comprometer la fertilidad sin que, en ningún caso, la energía que nos proporciona esa biomasa llegue a reemplazar ni siquiera el uno por ciento de la energía que consumimos. ¿Tiene sentido poner en peligro la funcionalidad de nuestros bosques para producir tan exiguas cantidades de energía?”
Pero todo esto no solo acarrea problemas para un ecosistema del que hace ya mucho tiempo  que la sociedad parece no sentirse parte. Tragedias sociales también derivan de estos abusos empresariales. En México parte de la producción de maíz destinada, en un principio, a alimentación es desviada a la producción de bioetanol en EEUU. Otro ejemplo es Argentina, donde se borran del mapa grandes terrenos de Chaco, un tipo de bosque subtropical, para cultivar colza, usada en la producción de biodiesel.
Recuperaré por último una reflexión de Carlos Gracia: “La única vía para combatir el cambio climático pasa por reducir las emisiones, proceso ciertamente difícil, que, como ha quedado demostrado, no puede ser liderado por los políticos, siempre atentos a su permanencia y con miras a las próximas elecciones.”
En fin, mis queridos y ciegos alumnos. Lo queremos todo. El agua chorreando en nuestros lavabos, enormes zonas verdes cerca de casa, un consumo tal como el que llevábamos hasta 2005, poco presupuesto en consideradas estúpidas campañas de concienciación pero, por otra parte, una conciencia como los chorros del oro, lavada con bioetanol. ¿Qué más podemos pedir a una sociedad que llevaría en hombros a convertir en tercera fuerza política a una señora que defiende el analfabetismo como forma de vida?


jueves, 21 de julio de 2011

Repudio humano

Lo digo y lo vuelvo a repetir. Somos una plaga. Sí, como las de langostas. El ser humano no hace más y mejor su trabajo en medio del entorno natural por el hecho de tener inteligencia. Se lo carga y sobrecarga como hacen los ratones en una buardilla.
Estoy leyendo un libro en el que a un científico lo tachan de cínico por hablar de la humanidad, según dicen los mediocres, de forma casi despectiva, igualándola a cualquier otro animal que la naturaleza haya querido salvar hasta nuestros días. Un fruto evolutivo como cualquier otro. Y con exceso de unidades, claro. Una plaga de cuerpos sin pelo, gordos y fofos que repugna a las demás especies como a nosotros nos repugna la rata-topo, un animal que, por cierto, existe. Horripilante para el hombre, pero existe.
En el Ebro últimamente dicen que hay una plaga. Pero no de humanos, que la hay en todas partes, ni de ratas-topo, que lo que faltaría es que fueran acuáticas. Sino de caracoles. Unas lentas y babosas criaturas que llaman especialmente mi atención por las horas que pueden pegarse en sus actos de íntimo amor. Encima, en este caso no son caracoles normales, sino caracoles manzana. Un animalucho con gran concha y diversidad de colores que trae hijos al mundo de una manera rápida y eficaz. El problema radica en que el caracolillo se alimenta de los brotes de arroz, cosa poco apropiada para la economía de los agricultores de la zona.
Este blandito amigo está muy lejos de su casa, ya que no es típico de España. Ahora, sí de las peceras españolas. A los mal llamados amigos de los peces les ha dado por decorar su acuario con manzanitas de colores. Alguno tiró sin querer el acuario al suelo y los bichillos, a paso lento pero seguro, llegaron al río.
Pobrecillos, mira cómo se habla de ellos en La Vanguardia: dicen que es un animal “muy peligroso por su extrema proliferación, voracidad y resistencia a condiciones adversas”. ¿Muy peligroso? ¿Un caracol? Los peligrosos somos nosotros, que vamos echando animales exóticos por ahí cuando nos viene en gana sin tener en cuenta las consecuencias para el ecosistema.
Pasamos del Ebro a otro río, porque la central nuclear de Ascó II, en Tarragona, sufrió un pequeño accidente que ha tenido muy poco eco en los medios de comunicación. Se dio una disminución de la potencia hasta llegar a solo el 55% cuando unas algas decidieron que la vida en el agua era demasiado aburrida. Fueron a dar una vuelta y se encontraron en el canal de toma del río de la central, donde no fueron bien recibidas. Este incidente, ocurrido el pasado sábado por la noche no ha tenido repercusiones para el Medio Ambiente ni para las personas, según dice la version oficial. Aunque esto me recuerda al consejo que me dio una vez un periodista: no te creas nada hasta que lo nieguen de forma oficial.

Si es que no puedo parar de meterme con nosotros mismos. Tenemos una sociedad en la que hay muchas cosas que cambiar. Una de ellas, por cierto, es la vida sedentaria. Según un informe presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana, los hombres con sobrepeso u obesidad tienen un semen de peor calidad. El número de espermatozoides en los varones con este problema de peso es entre un 10 y un 20% menos  que quienes no lo tienen. El estudio, realizado por Paul Cohen-Bacrie, del grupo de laboratorios Unilabs, afirma que en los casos de gran sobrepeso la movilidad de los soldaditos se ve afectada. Así que ya sabe, si pretende tener criaturas, buena dieta y ejercicio.

Y para ello  no coma chuletones todos los días, y menos traídos de Fukushima. Porque desde hace unos días la carne de vaca de la prefectura de este radiactivo lugar está prohibida. El gobierno nipón pidió el pasado martes a los ganaderos que no distribuyan carne de este animal adorado por los hindúes si viene de los alrededores de la central. Una radiactividad 500 veces superior a la normal es quien lo pide a gritos. Pienso contaminado con cesio radiactivo es lo que ha llevado a las señoras vacas a tener una carne no apta para el consumo. Los más de medio millar de casos que se han detectado en los últimos días se suman a los ya 143 conocidos desde el 10 de julio, cuando comenzaron los estudios tras los primeros casos.
Según la agencia Kyodo son 7 las granjas que han dado comida contaminada a las reses.
Pero lo peor es que la mayoría de los propietarios han confesado que no estaban al tanto de la orden que el 19 de marzo emitió el gobierno japonés de no usar pienso que hubiera sido almacenado en exteriores, ya que tenían una mayor probabilidad de estar contaminados.
Pero desde el poder hay que tranquilizar a las masas, por lo que en un comunicado del Ministerio de Sanidad se dijo que consumir varias veces carne con una radiactividad superior a la normal no afecta seriamente la salud. Una vez al año no hace daño.
Entre caracoles, hombres fofos, algas curiosas y radiactividad se me va el santo al cielo. 4 tonterías y se acaba la sección. La semana que viene más y, espero, mejor.

Bienvenidos de nuevo, perdonen las molestias

Perdonen las molestias, pero aquí vuelvo, con más ganas y ánimo que antes. Renovada y trabajando a tope. Ahora me apunto no solo un blog, sino dos. Uno editorial y otro científico. Espero que ambos agraden. Bueno, quizá el editorial un poco menos. Sin pelos en la lengua ni tiritas en UD Radio me permiten decir las cosas como las creo, pienso y digo. Aquí voy, viento en popa a toda vela. Gracias por esperar. Espero tengan un buen viaje conmigo a borde de la ciencia, la biología y mis delirios varios.
¡Adelante!