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jueves, 21 de julio de 2011

Repudio humano

Lo digo y lo vuelvo a repetir. Somos una plaga. Sí, como las de langostas. El ser humano no hace más y mejor su trabajo en medio del entorno natural por el hecho de tener inteligencia. Se lo carga y sobrecarga como hacen los ratones en una buardilla.
Estoy leyendo un libro en el que a un científico lo tachan de cínico por hablar de la humanidad, según dicen los mediocres, de forma casi despectiva, igualándola a cualquier otro animal que la naturaleza haya querido salvar hasta nuestros días. Un fruto evolutivo como cualquier otro. Y con exceso de unidades, claro. Una plaga de cuerpos sin pelo, gordos y fofos que repugna a las demás especies como a nosotros nos repugna la rata-topo, un animal que, por cierto, existe. Horripilante para el hombre, pero existe.
En el Ebro últimamente dicen que hay una plaga. Pero no de humanos, que la hay en todas partes, ni de ratas-topo, que lo que faltaría es que fueran acuáticas. Sino de caracoles. Unas lentas y babosas criaturas que llaman especialmente mi atención por las horas que pueden pegarse en sus actos de íntimo amor. Encima, en este caso no son caracoles normales, sino caracoles manzana. Un animalucho con gran concha y diversidad de colores que trae hijos al mundo de una manera rápida y eficaz. El problema radica en que el caracolillo se alimenta de los brotes de arroz, cosa poco apropiada para la economía de los agricultores de la zona.
Este blandito amigo está muy lejos de su casa, ya que no es típico de España. Ahora, sí de las peceras españolas. A los mal llamados amigos de los peces les ha dado por decorar su acuario con manzanitas de colores. Alguno tiró sin querer el acuario al suelo y los bichillos, a paso lento pero seguro, llegaron al río.
Pobrecillos, mira cómo se habla de ellos en La Vanguardia: dicen que es un animal “muy peligroso por su extrema proliferación, voracidad y resistencia a condiciones adversas”. ¿Muy peligroso? ¿Un caracol? Los peligrosos somos nosotros, que vamos echando animales exóticos por ahí cuando nos viene en gana sin tener en cuenta las consecuencias para el ecosistema.
Pasamos del Ebro a otro río, porque la central nuclear de Ascó II, en Tarragona, sufrió un pequeño accidente que ha tenido muy poco eco en los medios de comunicación. Se dio una disminución de la potencia hasta llegar a solo el 55% cuando unas algas decidieron que la vida en el agua era demasiado aburrida. Fueron a dar una vuelta y se encontraron en el canal de toma del río de la central, donde no fueron bien recibidas. Este incidente, ocurrido el pasado sábado por la noche no ha tenido repercusiones para el Medio Ambiente ni para las personas, según dice la version oficial. Aunque esto me recuerda al consejo que me dio una vez un periodista: no te creas nada hasta que lo nieguen de forma oficial.

Si es que no puedo parar de meterme con nosotros mismos. Tenemos una sociedad en la que hay muchas cosas que cambiar. Una de ellas, por cierto, es la vida sedentaria. Según un informe presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana, los hombres con sobrepeso u obesidad tienen un semen de peor calidad. El número de espermatozoides en los varones con este problema de peso es entre un 10 y un 20% menos  que quienes no lo tienen. El estudio, realizado por Paul Cohen-Bacrie, del grupo de laboratorios Unilabs, afirma que en los casos de gran sobrepeso la movilidad de los soldaditos se ve afectada. Así que ya sabe, si pretende tener criaturas, buena dieta y ejercicio.

Y para ello  no coma chuletones todos los días, y menos traídos de Fukushima. Porque desde hace unos días la carne de vaca de la prefectura de este radiactivo lugar está prohibida. El gobierno nipón pidió el pasado martes a los ganaderos que no distribuyan carne de este animal adorado por los hindúes si viene de los alrededores de la central. Una radiactividad 500 veces superior a la normal es quien lo pide a gritos. Pienso contaminado con cesio radiactivo es lo que ha llevado a las señoras vacas a tener una carne no apta para el consumo. Los más de medio millar de casos que se han detectado en los últimos días se suman a los ya 143 conocidos desde el 10 de julio, cuando comenzaron los estudios tras los primeros casos.
Según la agencia Kyodo son 7 las granjas que han dado comida contaminada a las reses.
Pero lo peor es que la mayoría de los propietarios han confesado que no estaban al tanto de la orden que el 19 de marzo emitió el gobierno japonés de no usar pienso que hubiera sido almacenado en exteriores, ya que tenían una mayor probabilidad de estar contaminados.
Pero desde el poder hay que tranquilizar a las masas, por lo que en un comunicado del Ministerio de Sanidad se dijo que consumir varias veces carne con una radiactividad superior a la normal no afecta seriamente la salud. Una vez al año no hace daño.
Entre caracoles, hombres fofos, algas curiosas y radiactividad se me va el santo al cielo. 4 tonterías y se acaba la sección. La semana que viene más y, espero, mejor.

jueves, 13 de enero de 2011

Explosiones y pájaros muertos

Algo ocurrió en Yellowstone. El primero en darse cuenta fue el teniente Gustavus Doane en 1870. No había que ser muy listo para observar la ausencia de montañas en una parte de las Montañas Rocosas. Eran demasiados kilómetros para considerar que la zona fuera el cráter de un volcán, pensó el muchacho. Pero así fue, y no un volcán cualquiera, sino algo llamado “supervolcán”. 

Hasta donde yo sabía, un volcán crea relieve, no lo destruye, no obstante, los supervolcanes arrasan con las montañas.  Además, si los volcanes pueden acabar con la vida de miles de animales en kilómetros a la redonda, los supervolcanes pueden cambiar el clima global, con la pérdida de especies que ello conlleva. Esto ocurre porque los supervolcanes, como ya habrán podido adivinar, son de una magnitud desproporcionada. Se forman por la llegada de magma del manto a una zona situada bajo la corteza terrestre. Con el paso de los milenios, la corteza va resquebrajándose mientras se abomba. Llega un momento en el que una gran y repentina explosión libera todos los gases de golpe, por lo que la zona que antes era convexa se desploma, dejando una gran extensión sin relieve: una caldera gigantesca.
La zona de la corteza en la que está instalada esta peligrosísima pluma de magma ha dejado varias marcas en el rostro de Norteamérica, ya que las placas tectónicas van moviéndose. Se sobreentiende entonces que ha habido muchas supererupciones en los últimos millones de años. Una de ellas, hace unos 2 millones de años, dejó un agujero del tamaño de Mallorca. Tras la explosión, el planeta entero se sumió en el llamado "invierno volcánico": los gases que expulsó el supervolcán se mezclaron con vapor de agua, lo que creó una especie de neblina que impidió que los rayos de sol llegaran a la superficie con la fuerza habitual.
Hace 74.000 años un supervolcán llamado Toba, en Indonesia, puso al hombre al borde de la extinción. Pero el peligro no ha pasado, ya que el volcán de Yellowstone sigue en activo. Así que solo nos queda esperar que mientras tengamos los pies en este mundo no le dé al señor supervolcán por enfadarse y mandarnos al otro barrio de un puntapié magmático.
Uno de los animales que podrían sucumbir a una de estas grandes explosiones sería nuestra siguiente protagonista: la mangosta rayada. Es un pequeño y simpático mamífero que tiene una forma muy peculiar de vivir la paternidad. Cuando las madres paren, que es prácticamente a la vez en todo el grupo, todas amamantan a los pequeños recién nacidos, sin tener en cuenta si son sus propias crías o no. Esta colaboración dura unas 3 ó 4 semanas. Pasado este tiempo los pequeñines expresan que su hambriento e insaciable estómago reclama comida de una manera muy esclarecedora. Escogen un adulto joven y les gritan y les gritan hasta que estos o les espantan o les dan de comer. ¿Qué demonios elegiría usted si un niño comienza a chillarle por la calle “¡Quiero comer! ¡Tráeme comida! ¡Tráeme comida! ¡Quiero comer!”? Yo lo tendría clarísimo. ¡Anda, niño, y que te cuide tu abuela! Pero si la mangosta adulta acepta, entre estas criaturas se establece un vínculo especial, ya que alimentará a la mangostita durante un mes. Tal como dijo Matt Bell, que estudió a las mangostas en Uganda, “es como una comunidad hippie.”

Mangosta rayada

Las mangostas viven en comunidad, pero lo que les ha dado ahora a los pájaros en EE.UU. es por morir juntos. Miles de aves han aparecido muertas en California, Missouri, Arkansas, Illinois, Kentucky y Luisiana. Aún no se sabe cuál es la causa de la muerte. Tras algunas autopsias se han descartado enfermedades o intoxicaciones. Sin embargo, los pajarillos presentaban lesiones traumáticas con graves hemorragias internas. Pero nadie tiene ni idea del por qué.

Algunos achacan el suceso a la bajada de temperaturas o a los fuegos artificiales de las fiestas navideñas. ¿Eso no ocurre todos los años? En fin, a mí todo esto me parece un poco macabro. Además, me suena peligrosamente a una serie de televisión que vi hace poco. Como de todos estos raros casos las personitas de a pie solo sabemos de la misa la mitad, solo nos queda esperar que nadie ande por ahí realizando experimentos que no debe. Y que dejen de morir lindos pajaritos, claro.

Otra explicación para desconciertos, y ya no hablo de los plumíferos, es la del desplazamiento del polo norte magnético, el que señalan todas las brújulas. Desde que lo descubrió James Clark Ross en 1831 se ha desplazado más de 1.100 kilómetros dirección Siberia. Esto se debe al movimiento del hierro líquido del núcleo externo del planeta, lo que hace que el polo norte se mueva a una velocidad de 40 kilómetros por año. Otra excusa que tengo ya para que mi padre cambie esa vieja brújula por un GPS.
Es extraño, comienzo hablando de las capas internas de la Tierra y termino con ello mismo. Si es lo que digo yo, todo es un ciclo: el amor, la economía, la moda,… Hablando de moda, me voy ya a las rebajas que quiero disfrutar del dinero que me queda antes de que Yellowstone estalle o caiga fulminada en extrañas circunstancias cual ave americana.

viernes, 31 de diciembre de 2010

1=2

¿Por qué estamos aquí? Quizá es una sugerente pregunta, incluso recurrente en conversaciones sobre lo humano y lo divino. Le podemos dar una sencilla respuesta si nos basamos en los hechos. Yo estoy aquí porque un espermatozoide fecundó un óvulo y resulté como combinación de ambas informaciones genéticas. También podemos llegar a conclusiones como las del instinto de reproducción de la especie. Sin embargo, ¿podríamos aplicar esa teoría a todos los animales? Porque, aunque seamos egocéntricos por naturaleza, no somos más que un miembro del reino animal, uno como otro cualquiera, y nuestra forma de reproducirnos también es una de tantas.
Hoy quisiera tocar, muy por encimita, como siempre procuro, la reproducción de algunos de los más minúsculos organismos conocidos. Que nadie se me alarme, que no será esta una clase de sexualidad, sólo quisiera explicar cómo obtengo dos células cuando sólo tenía una. Al terminar la sección entenderá, o eso espero, que usted ya había llevado a cabo el experimento una vez en un placentero lugar.
Las células eucariotas, que son las que tienen un núcleo donde guardan como oro en paño el material genético, tienen un ciclo de vida que se puede dividir en dos fases. La primera es la interfase, donde la célula crece y sintetiza diversas sustancias. La interfase está dividida a su vez en tres a las que vamos a llamar, para entendernos, a, b y c. En la fase a la célula sintetiza las proteínas necesarias para ponerse grande y fuerte. En la b se replica el ADN, es decir, se hace una copia de la información genética de la célula; y por último en la c el organismo se prepara para dividirse.

En realidad no existe tanta diferencia con los seres humanos. Muchos se hacen medianamente adultos y hala, a traer hijos al mundo. Y lo de mediana no es por la edad, a no ser que estemos hablando de la mental.
En fin, dejando homo poco sapiens a un lado, después de la interfase llega el momento más divertido con el nombre menos divertido que se les pudo imaginar: la fase M. Es el momento en el que la célula se divide en dos, y, de repente, de una célula madre te encuentras dos células hijas con la misma información en sus genes.

Esto se lleva a cabo en dos pasos. En primer lugar, la mitosis. Dentro de este paso tienen lugar muchísimos cambios dentro del bichillo. Comienzan por la condensación del ADN en cromosomas. Estos últimos poseen ambas copias de la información celular y tienen forma de tijera: la parte izquierda de la tijera tiene una copia y la derecha otra. Los cromosomas se sitúan en medio de la célula para llevar a cabo el siguiente paso. Como si de minúsculas cuerdas se tratase, el huso acromático tira de cada una de las partes del cromosoma, dejando la mitad en un extremo de la célula y la otra mitad en el otro extremo.   
Para visualizar esta fase, que en tiempo real dura apenas un instante, puede usted imaginarse los polos de nuestro planeta. Si hacemos un paralelismo entre las zonas en las que se sitúan los casquetes polares y la célula en este momento llamado anafase, podremos saber dónde se visualizar el ADN.
Por último, tiene lugar la citosinesis. Para entendernos, la célula se parte en dos. ¿Cómo lo hace? Pues mediante un anillo contráctil que aparece en el ecuador de la célula y que se va haciendo cada vez más chiquitillo. Como si algún poderoso dios griego amarrara el planeta Tierra con una cuerda y apretara y apretara hasta que quedaran dos globos terrestres, pero hablando de células y filamentos.
En el caso de las células vegetales esta última parte del proceso es algo diferente. Verá, las células animales tienen una membrana flexible que las cubre del exterior a la vez que les permite relacionarse con él.  Sin embargo, las vegetales tienen una pared celular rígida que permite a las plantas mantener la verticalidad.

Por tanto, un sencillo anillo contráctil formado por filamentos no podría contraer la gruesa pared celular. Entonces, ¿cómo se dividen las células vegetales? Muy sencillo. ¿Qué hago si quiero separar mi habitación de la mi hermana? Pongo un tabique. Pues lo mismo hacen estas sabias criaturillas, ponen un tabique de separación llamado fragmoplasto y asunto resuelto. Sin embargo, como en toda familia, entre estas células hermanas debe haber comunicación, por lo que el tabique es perforado para permitir el intercambio de sustancias.
Al comienzo de la sección prometí que usted entendería cuándo y cómo llevó a cabo la división celular, porque por mucho que intente no se acuerda. El útero materno queda a años luz de nuestro recuerdo, pero fue ahí, tras la fecundación del óvulo, cuando usted llevó a cabo la mitosis y la citocinesis. Poco a poco sus células se fueron especializando y crearon órganos, huesos, uñas y pelo. A su debido tiempo nació, dejando a un lado el laboratorio materno para experimentar la vida.
Y vivió y vivió y termina un año más. Espero que el siguiente esté lleno de ilusiones, de alegrías y de mucha curiosidad científica.

La Teoría del todo

La Teoría del Todo es intentar abarcar el mundo rodeándolo con los brazos; por mucho que probemos siempre algo se nos queda fuera. La realidad ni siquiera puede probarse. Quizá llevemos toda nuestra existencia metidos en una burbuja, por lo que vemos el mundo a través de su brillante molde. ¿Quién puede probar que no está soñando?
La búsqueda de leyes fundamentales que interrelacionen el conjunto de la realidad (y que puedan corroborar que la realidad está ahí) es demasiado para la ciencia, pero mucho más para mí, periodista de poca monta que intenta espiar, desde el agujero de la cerradura, este mundillo científico. En todo caso, les invito a acompañarme en esta escurridiza exploración de un mundo que incluso a una le es desconocido, un mundo en el que caminamos sin ver, ni oír, ni saber si la realidad, que casi siempre nos es exótica, está verdaderamente donde creemos poder tocarla.
Bienvenidos sean todos, aventureros de este extraño y peculiar planeta, a conocer los secretos de su propio hogar.
Empecemos pues con nosotros mismos, cachorrillos aún de la evolución. Todos hemos oído hablar de la selección natural, teoría según la cual el individuo más apto es el que sobrevive. Pues bien, según estudios con tibetanos, éstos habían incorporado una variante genética para la producción de glóbulos rojos que les permitía adaptarse mejor a las condiciones de su entorno. En un intervalo de tiempo de 3000 años, que para la historia de la evolución es hace un instante, la variación génica había alcanzado una alta frecuencia entre la población local. Sin embargo, estos casos de selección natural acelerada se dan en muy pocas ocasiones. Estudios liderados por Jonathan K. Pritchard, científico de la Universidad de Chicago, revelan que este fenómeno de selección en el que una mutación beneficiosa se extiende rápidamente entre los individuos de una población se da muy raras veces. De hecho, se cree que en los últimos 60.000 años apenas ha tenido lugar. Generalmente hacen falta decenas de miles de años para que ocurra, unas 200 generaciones.

Jonathan K. Pritchard

Y ya que hablamos de selección, la revista Science selecciona cada año los mejores descubrimientos científicos, según su criterio, que quede claro. El caso es que este año ha elegido como campeón de los descubrimientos a una minúscula máquina. Según la mecánica cuántica, una partícula pequeña, como las que forman los átomos, puede compartir unidades mínimas de energía, llamadas quantum de energía, en múltiplos enteros con otras partículas pequeñas. Estas reglas no siguen la mecánica clásica, establecida por Newton, que es la que se ha seguido hasta hoy para todos los ingenios creados por la mano humana. ¿Y qué repercusiones tiene este descubrimiento? Pues le han dado el premio por eso mismo, por sus repercusiones futuras, no por las presentes. Se cree que esta máquina, formada por microscópicos filamentos metálicos en vibración, es un paso adelante en el planteamiento de ordenadores cuánticos, máquinas que aún son un sueño para los científicos.
El segundo galardonado fue el padre del genoma humano, Craig Venter, que ha logrado nada más y nada menos crear de forma sintética el ADN de una bacteria. Pero no contento con eso, introdujo ese ADN en otra bacteria distinta que lo incorporó como propio y que comenzó a actuar como la primera. Para que se hagan una idea, es como si crean mi cerebro artificialmente, se lo ponen a otra persona y esa persona se transforma en mí, tanto física como psíquicamente. Todo eso a nivel de bacterias en lugar de personas y de ADN en lugar de cerebros complejos, claro está. Pero para que se hagan una idea genérica el ejemplo no está del todo mal.


El tercer premio fue para el genoma del Neandertal, que al descodificarse dio a conocer los apareamientos con Homo Sapiens. Por tanto, querido público, en nuestro genoma aún siguen las huellas de estos encuentros eróticos entre Pinto y Valdemoro. De ahí nosotros, ya lo dijo Vieira, tan guapos y bonitos.

Reconstrucción de Neandertal


Y seguimos con cruzamientos, sí señor. El pueblo Inuit hablaba de osos que parecían mezcla de polar y pardo desde hace muchas generaciones. Pero los científicos no daban ningún crédito a estas historias, ya que si se da un cruzamiento entre especies diferentes las crías serán, en todo caso, estériles, como ocurre con la mula, por lo que no habrá descendencia. No obstante, un mal día de 2006 un hombre abatió de un disparo a un oso que él creía polar en el Círculo Polar Ártico Canadiense. Cuando se acercó a su cadáver, vio que aquello no era exactamente un oso polar. El análisis de su ADN demostró que era descendiente de una hembra de oso polar y un macho pardo.
Hace pocos meses otro de estos magníficos animales caía muerto por una bala. Este oso era de la segunda generación, lo que prueba que la hibridación entre oso polar y pardo es fértil. ¿Vale este descubrimiento la vida de dos criaturas en peligro de extinción? En todo caso, esperemos que el próximo ejemplar respire.
Y a mí entre mecánica cuántica, genomas, homínidos y osos sólo me han quedado unos segundos para agradecerles su atención a estos minutos de ciencia.