¿Por qué estamos aquí? Quizá es una sugerente pregunta, incluso recurrente en conversaciones sobre lo humano y lo divino. Le podemos dar una sencilla respuesta si nos basamos en los hechos. Yo estoy aquí porque un espermatozoide fecundó un óvulo y resulté como combinación de ambas informaciones genéticas. También podemos llegar a conclusiones como las del instinto de reproducción de la especie. Sin embargo, ¿podríamos aplicar esa teoría a todos los animales? Porque, aunque seamos egocéntricos por naturaleza, no somos más que un miembro del reino animal, uno como otro cualquiera, y nuestra forma de reproducirnos también es una de tantas.
Hoy quisiera tocar, muy por encimita, como siempre procuro, la reproducción de algunos de los más minúsculos organismos conocidos. Que nadie se me alarme, que no será esta una clase de sexualidad, sólo quisiera explicar cómo obtengo dos células cuando sólo tenía una. Al terminar la sección entenderá, o eso espero, que usted ya había llevado a cabo el experimento una vez en un placentero lugar.
Las células eucariotas, que son las que tienen un núcleo donde guardan como oro en paño el material genético, tienen un ciclo de vida que se puede dividir en dos fases. La primera es la interfase, donde la célula crece y sintetiza diversas sustancias. La interfase está dividida a su vez en tres a las que vamos a llamar, para entendernos, a, b y c. En la fase a la célula sintetiza las proteínas necesarias para ponerse grande y fuerte. En la b se replica el ADN, es decir, se hace una copia de la información genética de la célula; y por último en la c el organismo se prepara para dividirse.
En realidad no existe tanta diferencia con los seres humanos. Muchos se hacen medianamente adultos y hala, a traer hijos al mundo. Y lo de mediana no es por la edad, a no ser que estemos hablando de la mental.
En fin, dejando homo poco sapiens a un lado, después de la interfase llega el momento más divertido con el nombre menos divertido que se les pudo imaginar: la fase M. Es el momento en el que la célula se divide en dos, y, de repente, de una célula madre te encuentras dos células hijas con la misma información en sus genes.
Hoy quisiera tocar, muy por encimita, como siempre procuro, la reproducción de algunos de los más minúsculos organismos conocidos. Que nadie se me alarme, que no será esta una clase de sexualidad, sólo quisiera explicar cómo obtengo dos células cuando sólo tenía una. Al terminar la sección entenderá, o eso espero, que usted ya había llevado a cabo el experimento una vez en un placentero lugar.
Las células eucariotas, que son las que tienen un núcleo donde guardan como oro en paño el material genético, tienen un ciclo de vida que se puede dividir en dos fases. La primera es la interfase, donde la célula crece y sintetiza diversas sustancias. La interfase está dividida a su vez en tres a las que vamos a llamar, para entendernos, a, b y c. En la fase a la célula sintetiza las proteínas necesarias para ponerse grande y fuerte. En la b se replica el ADN, es decir, se hace una copia de la información genética de la célula; y por último en la c el organismo se prepara para dividirse.
En realidad no existe tanta diferencia con los seres humanos. Muchos se hacen medianamente adultos y hala, a traer hijos al mundo. Y lo de mediana no es por la edad, a no ser que estemos hablando de la mental.
En fin, dejando homo poco sapiens a un lado, después de la interfase llega el momento más divertido con el nombre menos divertido que se les pudo imaginar: la fase M. Es el momento en el que la célula se divide en dos, y, de repente, de una célula madre te encuentras dos células hijas con la misma información en sus genes.
Esto se lleva a cabo en dos pasos. En primer lugar, la mitosis. Dentro de este paso tienen lugar muchísimos cambios dentro del bichillo. Comienzan por la condensación del ADN en cromosomas. Estos últimos poseen ambas copias de la información celular y tienen forma de tijera: la parte izquierda de la tijera tiene una copia y la derecha otra. Los cromosomas se sitúan en medio de la célula para llevar a cabo el siguiente paso. Como si de minúsculas cuerdas se tratase, el huso acromático tira de cada una de las partes del cromosoma, dejando la mitad en un extremo de la célula y la otra mitad en el otro extremo.
Para visualizar esta fase, que en tiempo real dura apenas un instante, puede usted imaginarse los polos de nuestro planeta. Si hacemos un paralelismo entre las zonas en las que se sitúan los casquetes polares y la célula en este momento llamado anafase, podremos saber dónde se visualizar el ADN.
Por último, tiene lugar la citosinesis. Para entendernos, la célula se parte en dos. ¿Cómo lo hace? Pues mediante un anillo contráctil que aparece en el ecuador de la célula y que se va haciendo cada vez más chiquitillo. Como si algún poderoso dios griego amarrara el planeta Tierra con una cuerda y apretara y apretara hasta que quedaran dos globos terrestres, pero hablando de células y filamentos.
En el caso de las células vegetales esta última parte del proceso es algo diferente. Verá, las células animales tienen una membrana flexible que las cubre del exterior a la vez que les permite relacionarse con él. Sin embargo, las vegetales tienen una pared celular rígida que permite a las plantas mantener la verticalidad.
Por tanto, un sencillo anillo contráctil formado por filamentos no podría contraer la gruesa pared celular. Entonces, ¿cómo se dividen las células vegetales? Muy sencillo. ¿Qué hago si quiero separar mi habitación de la mi hermana? Pongo un tabique. Pues lo mismo hacen estas sabias criaturillas, ponen un tabique de separación llamado fragmoplasto y asunto resuelto. Sin embargo, como en toda familia, entre estas células hermanas debe haber comunicación, por lo que el tabique es perforado para permitir el intercambio de sustancias.
Al comienzo de la sección prometí que usted entendería cuándo y cómo llevó a cabo la división celular, porque por mucho que intente no se acuerda. El útero materno queda a años luz de nuestro recuerdo, pero fue ahí, tras la fecundación del óvulo, cuando usted llevó a cabo la mitosis y la citocinesis. Poco a poco sus células se fueron especializando y crearon órganos, huesos, uñas y pelo. A su debido tiempo nació, dejando a un lado el laboratorio materno para experimentar la vida.
Y vivió y vivió y termina un año más. Espero que el siguiente esté lleno de ilusiones, de alegrías y de mucha curiosidad científica.
Para visualizar esta fase, que en tiempo real dura apenas un instante, puede usted imaginarse los polos de nuestro planeta. Si hacemos un paralelismo entre las zonas en las que se sitúan los casquetes polares y la célula en este momento llamado anafase, podremos saber dónde se visualizar el ADN.
Por último, tiene lugar la citosinesis. Para entendernos, la célula se parte en dos. ¿Cómo lo hace? Pues mediante un anillo contráctil que aparece en el ecuador de la célula y que se va haciendo cada vez más chiquitillo. Como si algún poderoso dios griego amarrara el planeta Tierra con una cuerda y apretara y apretara hasta que quedaran dos globos terrestres, pero hablando de células y filamentos.
En el caso de las células vegetales esta última parte del proceso es algo diferente. Verá, las células animales tienen una membrana flexible que las cubre del exterior a la vez que les permite relacionarse con él. Sin embargo, las vegetales tienen una pared celular rígida que permite a las plantas mantener la verticalidad.
Por tanto, un sencillo anillo contráctil formado por filamentos no podría contraer la gruesa pared celular. Entonces, ¿cómo se dividen las células vegetales? Muy sencillo. ¿Qué hago si quiero separar mi habitación de la mi hermana? Pongo un tabique. Pues lo mismo hacen estas sabias criaturillas, ponen un tabique de separación llamado fragmoplasto y asunto resuelto. Sin embargo, como en toda familia, entre estas células hermanas debe haber comunicación, por lo que el tabique es perforado para permitir el intercambio de sustancias.
Al comienzo de la sección prometí que usted entendería cuándo y cómo llevó a cabo la división celular, porque por mucho que intente no se acuerda. El útero materno queda a años luz de nuestro recuerdo, pero fue ahí, tras la fecundación del óvulo, cuando usted llevó a cabo la mitosis y la citocinesis. Poco a poco sus células se fueron especializando y crearon órganos, huesos, uñas y pelo. A su debido tiempo nació, dejando a un lado el laboratorio materno para experimentar la vida.
Y vivió y vivió y termina un año más. Espero que el siguiente esté lleno de ilusiones, de alegrías y de mucha curiosidad científica.
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